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Lluvia de animales, un fenómeno extraño que sucede todo el tiempo

Jim Kurring conducía por una calle abandonada. Desesperanzado, con el bigote de policía de siempre, dobla por una esquina cuando su parabrisas es golpeado por una rana (aunque bien podía tratarse de un sapo). 

Por extraño que parezca, un anfibio se estrelló contra su vehículo… y después otro. Agitado, solo puede observar y gritar cuando la lluvia de ranas empieza a arremeter con fuerza.
La escena descrita en el párrafo anterior corresponde a “Magnolia” (1999), en un momento de la película en que la vida de los personajes alcanza el límite de lo tolerable. Paul Thomas Anderson recurre a este fenómeno para doblegar al espectador y dejar constancia que “these strange things happen all the time” (estas cosas extrañas suceden todo el tiempo).

Lluvia de animales

Aunque parezca increíble, hay reportes de lluvia de animales desde siglos atrás y es posible que este fenómeno se conociera desde mucho antes. Para destacar casos recientes, miles de pájaros cayeron fulminados sobre el estado de Arkansas, en Estados Unidos, en enero de 2011, y apenas dos días después, cientos de mirlos y estorninos aparecieron muertos muy cerca de la localidad de Pinte Coupee, en Louisiana. Poco después, el acontecimiento se importó a Europa, donde docenas de pájaros sin vida asustaron a los vecinos de la localidad sueca de Falköping y otros cientos, a los de la ciudad italiana de Faenza. Si bien se plantearon algunas hipótesis para conocer la causa de las repentinas muertes en masa, nunca quedó del todo claro.
Si solo el caso de la lluvia de aves resulta inquietante, el de otras especies es sorprendente. Hace no mucho, en junio de 2010, sobre la localidad húngara de Rákóczifalva se precipitaron centenares de ranas –al igual que en el filme–, y en octubre de 2007 se reportó una lluvia de arañas en la provincia argentina de Salta.

La siempre útil Wikipedia enlista, entre otros testimonios, una gran lluvia de ratones amarillos sobre la ciudad noruega de Bergen en 1578; la inesperada aparición de peces en los charcos que dejó una lluvia de tres días sobre Singapur, en febrero de 1861; un chubasco de serpientes –de alrededor de 45 cm– sobre Memphis en enero de 1877; entre muchos otros. Solo en Estados Unidos se registraron al menos quince lluvias de animales en el siglo XIV.
En la mayoría de casos, los animales terminaron destrozados por el impacto contra el suelo, pero llama la atención que lucieran completamente helados o atrapados dentro de bloques de hielo. No obstante, en algunas ocasiones, las criaturas sobrevivían intactas a su caída.
De otro lado, los diarios brasileños informaron en 1968 de una lluvia de carne y sangre, cuyo origen es un misterio aún mayor. Mucho antes, en el siglo I, el escritor Plinio el Viejo también describió una extraña lluvia de pedazos de carne, sangre y otras partes animales como lana.
Y en un apartado, alejado de nuestro tema medular, vale mencionar la lluvia fecal que soportó por más de dos meses el pueblo francés de nombre Saint-Pandelon.

¿Por qué llueven animales?



En el siglo XVI, luego de siglos restando importancia a los testimonios sobre lluvia de animales, el inglés Reginald Scot propuso que las ranas que caen del cielo “nacen de los aguaceros” de manera espontánea, mientras que en el siglo XIX se creía que los huevos de los batracios llegaban a las nubes con la evaporación del agua, donde eclosionaban para después caer con la lluvia. No obstante, esa no era la apreciación del físico André-Marie Ampère.
El francés, a diferencia de la mayoría de sus colegas contemporáneos, sostenía que sapos y ranas eran capturados en los campos y desplazados grandes distancias por fuertes vientos. Más adelante, partiendo de su idea, surgió una hipótesis más valedera que involucra trombas marinas. Estas serían capaces de capturar objetos y pequeños animales y transportarlos a grandes alturas. En esa línea, las trombas podrían secar por completo un pequeño lago para dejar precipitarse más adelante el agua y las especies concentradas en esta. Sin embargo, esto no termina de responder por qué las lluvias de animales solo involucran a una especie a la vez.

Otras teorías



Queda claro que hay hipótesis para todos los gustos. Algunas voces sostienen que extraterrestres se llevan a los animales para después abandonarlos a la caída libre. Incluso, dicen que la lluvia de carne y sangre tiene relación con los elementos que descartan los alienígenas para aligerar sus almacenes.
Además hay explicaciones de naturaleza religiosa. Estas mencionan que el fenómeno puede vincularse a un castigo divino, como en el caso de las piedras que cayeron sobre el ejército amorita, de acuerdo al Antiguo Testamento, aunque también a la bondad divina cuando se precipitan animales comestibles.
Una teoría aún más descabellada habla de la teletransportación como causante de este fenómeno, explicando que anomalías en el espacio-tiempo trae animales de otras dimensiones. Según Charles Hoy Fort, periodista promotor de esta idea, existió una fuerza que transportaba objetos espontáneamente, pero hoy solo se manifiesta en acciones desordenadas como las lluvias de peces.
El mismo Fort propuso la existencia de un “mar superior de los Sargazos”, una especie de depósito celestial que aspira y escupe objetos terrestres.
Valgan verdades, Fort consagró su vida a estudiar fenómenos imposibles y esa dedicación motivó que para continuar su obra se formara la Sociedad Forteana, siendo Paul Thomas Anderson uno de sus seguidores.
Ahora, después de conocer esta realidad, si alguna vez un sapo golpea tu cabeza solo recuerda que puedes estar ante una de esas cosas extrañas que pasan todo el tiempo.

Fuente: blog.rpp.com.pe

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